Miercoles, 2 de Noviembre de 1988.

Los primeros ordenadores conectados a la red ARPANET intercambian información a un ritmo frenético.

Ya son más de 60.000 dispositivos los que, unidos a través de este precursor de internet, comparten datos e información relevante para desarrollos de la NASA o el ejército de Estados Unidos.

Llegan las 6 de la tarde y algunos de los ordenadores empiezan a apagarse sin motivo alguno. Saltan todas las alarmas.

¿Qué está pasando?

Mientras el resto de ”mortales” pasaba el rato escuchando Kokomo de The Beach Boys, Robert Morris iba un paso por delante. Había invertido las últimas semanas en desarrollar un software “para medir el tamaño de internet” y por fin había podido lanzarlo. 

 Con apenas 23 años creó un código de menos de 300 líneas que consiguió propagarse por ARPANET y llegar a un 10% de los ordenadores conectados a ella.

 Se trata del primer gusano informático de la historia.

¿Y ahora qué?

Las consecuencias de su propagación fueron más allá de lo previsto. El código tenía instrucciones para replicarse varias veces y enviarse a sí mismo a otros ordenadores, además de intentar averiguar las contraseñas de cada ordenador.

 En total, las pérdidas superaron los 90 millones de dólares y afectó a las entidades más importantes del mundo (NASA, MIT, Pentágono…). El malware se paró en menos de 12 horas, pero muchos dispositivos permanecieron casi 72 horas infectados

 

Las consecuencias en la actualidad

El código utilizado por el denominado “Gusano Morris” ha sido la base para desarrollar muchos de los virus que todavía se usan en la actualidad.